Objetos y recuerdos por Jeanne Karen en La máquina verde

Sucede que de vez en cuando, casi como un acto de magia, somos llamados a realizar tareas extraordinarias, por ejemplo mirar el único ejemplar de una rara ave o un grupo de orquídeas que florecen en un jardín abandonado.

En esas situaciones fascinantes, en esos momentos en donde la inverosimilitud desea hacer su aparición como un vendaval en una habitación cerrada, nos podemos encontrar ante un hecho histórico.

Lo comparto así, porque de verdad que de pronto cualquier persona puede estar inmersa en esas circunstancias, instantes que tendrán que ser indefectiblemente detenidos en el tiempo.

Por mi tarea como escritora, específicamente como poeta, hoy presencié un hecho maravilloso de lo que ya puedo dar fe y comparto aquí un poco: pude mirar, estar cerca, casi sentir, los fotografías originales de uno de los poetas más importantes de México, Manuel José Othón, poeta potosino del siglo XIX, lo que me llevó a pensar que los seres humanos de verdad tenemos una relación muy particular con los objetos, hay algunos que nos llenan de dicha, otros que nos traen gratos recuerdos, otros más que nos causan dolor, tristeza, entre otras emociones más complejas. Esa relación se vuelve tan importante como para tener la necesidad de preservar objetos que de alguna manera están ligados a personajes que las diferentes culturas del mundo valoran.

¿Qué se queda de una persona en sus objetos?, pensemos en los más queridos, por ejemplo en ese cuaderno que algún poeta siempre cargaba consigo, o pensemos tal vez en un instrumento para realizar alguna tarea diaria, no sé, quizás el más apreciado microscopio de Pasteur, seguramente se les ocurren muchos ejemplos. Pero, ¿qué lleva a un objeto a portar parte de la historia?, ¿su valor está en qué nos revela de nuestros personajes, de nosotros mismos?, ¿o en el hecho de que en algún momento estuvo en las manos de una figura?

No lo sé, son solo preguntas, ideas que llegan a mi mente. Yo quiero pensar mis objetos, los más cercanos, como las cosas que me ligaron a las otras personas, ese valor sentimental que tal vez para mí es el más grande.

Hace poco tomé una foto de un restaurante porque tenía el mismo nombre que mi abuela, ella falleció hace ya años, pero simplemente no pude evitar sentir algo al mirar ese bello letrero en lo alto de un muro colocado como un estandarte. También me gustaría guardar infinidad de cosas que han pertenecido a cada persona que amo, que ha sido o que es parte de mi vida. Por eso en algunas cajas, que están dentro de mi pequeño hogar y estudio, guardo un sinfín de objetos, desde los libros que son parte del día a día, hasta las colecciones de revistas, mis libretas, cajitas, llaves, juguetes, que tienen ya casi en su propia materia incrustados todos mis sueños, anhelos, memorias.

Sé que no podré llevar nada conmigo, pero quisiera imaginar que serán resguardados por alguien, tal vez no como parte de la historia, pero sí como parte de su historia personal y eso será realmente hermoso, porque algunas piezas de mi existencia quedarán ahí para alguien más, para otra mirada.

Ojalá que no desaparezca pronto esa relación entre objeto y sentimiento, entre objeto y emoción, espero que nos sigan llenando de dicha, de historia, de leyendas, y si se puede también de poesía.

Esperemos todavía conservar la vieja taza, en donde alguien muy querido bebía su café, la cobijita de cuando éramos niños, el balón con las firmas de los compañeros de la escuela, los boletos de un primer viaje,  que nos sigan significando, que sigan dando a la vida lo humano y el milagro de atestiguar nuestra existencia.

Publicado por jeannekaren

Poeta y escritora.

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