Letras Revueltas|Reencuentros

Por Illari Alderete

Terminé el año 2023 hablando de las despedidas, no he vuelto a escribir desde entonces. Miento: sí intenté hablar de la comunidad, pero no me pareció un texto adecuado para empezar 2024. Aunque ya sea marzo, preferí postergar este inicio. La vida laboral me alcanzó como una avalancha junto con las labores domésticas; al final quedó mi jobi, que es la escritura. 

Este mes me reencontré con mi amiga Julia, a la que hace mucho no veía. Ella suele estar de viaje y yo siempre estoy aquí, en la Ciudad de México. Pensé que eso no afectaría nuestra amistad, pero con el tiempo, los abrazos se han convertido en simples saludos. Me di cuenta de que, aunque fue un encuentro feliz, la distancia y el tiempo hicieron lo suyo. ¿Pasará lo mismo con la escritura? ¿A los cuántos meses te comienza a olvidar?

«Recordar ese miedo, ese personaje, esa heroína y sus implicaciones, renovó mis deseos por decir algo, provocó que quisiera retomar la escritura. Ahora sólo debía dar con ella. ¿Se ha perdido?»

Vagando en las redes, hallé un podcast que hablaba sobre uno de mis asesinos favoritos del género slasher. Ese día estaba buscando algo que me distrajera del estrés laboral, deambulé por videos sobre los departamentos más pequeños de Japón, el análisis del universo 25, hasta que me encontré con este viejo compañero de infancia: Freddy Krueger. ¿Por qué me gustaba tanto? Creo que tiene que ver con el miedo y la templanza. Krueger me daba mucho miedo, pero a la vez me hacía experimentar fascinación. En una de sus películas conocí a una de mis primeras heroínas: Nancy, una adolescente que pese a su temor, logra vencer al villano. En el podcast analizan las películas de Freddy Krueger, señalan la relación entre la violencia de los padres con los hijos adolescentes de la década de los 80 y la aparición de este personaje en los sueños. Recordar ese miedo, ese personaje, esa heroína y sus implicaciones, renovó mis deseos por decir algo, provocó que quisiera retomar la escritura. Ahora sólo debía dar con ella. ¿Se ha perdido?

La encuentro en una tarde veraniega de febrero, en esos días extraños que nos azotan y que parece que desde ahora serán la constante; marzos otoñales, agostos friolentos. Allí está, maltrecha. Cortada. Tarda horas en decir algo. Empieza con reclamos. Jala un hilo. Está avergonzada de todo lo que ha dicho. Se siente expuesta. Poco sincera. Enumera los miedos: la falta de originalidad, el lenguaje llano, la poca cultura, el trabajo nulo en el texto. La consuelo y le digo que la entiendo, que yo siento lo mismito, pero que sin ella soy infeliz. Que sin ella me convierto en ese ser que trabaja día y noche, que no sueña, que no imagina. Sólo ella me libera de la jaula.

Parece que hablar con la escritura ha funcionado. Aceptar sus miedos y los míos nos ayuda a enfrentarlos: Nancy supo cómo matar a Freddy porque lo trajo a la realidad. Quizás Julia lea esto y cambie los saludos por abrazos, aunque yo la quiera con sus saludos. Tardé meses en volver a la escritura, he perdido la práctica. No pienso en hacerme famosa. Sólo pienso en mantener lo que me hace feliz: escribir. Así que para mí, el año comienza en marzo. ¡Feliz año nuevo! 

Illari Alderete

Amante de las letras, de los libros, de las series, de las tardes lluviosas que traen un dejo de nostalgia. Soy docente desde hace una década y me he descubierto alumna desde entonces. Me gusta soñar e imaginar otras posibilidades aunque a veces se conviertan en pesadillas. Recobré el camino de la escritura hace casi un año cuando las experiencias en forma de palabras comenzaron a desbordarse y, aquí estoy, aferrada a otra posibilidad.

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