Por Marina Areta.
Hoy vi Booksmart otra vez
pensé en ti, como siempre, en tu sonrisa redonda
en la avidez de tu mirada al recordar el futuro
pensé en las espirales que dimos en Polanco, La Condesa, entre piedras de Roma y al borde de Coyoacán, trepando por las paredes del Pedregal
cuando sentimos náuseas en el Centro y nos las pasamos con un trago de veinte pesos, o la vez que nos perdimos por los barrios culturales y por un segundo, aprendimos a hablar chino y a ver los murales de esta vida que se escurre después de cumplir quince años
aún recuerdo los pies adoloridos de una mañana recorriendo Cafetales, para después ir a saludar al Ángel y luego de vuelta en la escuela que sentíamos pequeña, porque lo sabíamos todo
claro, si tejimos una eternidad en seis meses y las dos convergimos por un segundo, antes de que oscureciera y regresáramos a casa, abandonando el esplendor del lago y regresando al castigo del estado que tanto nos aterraba pero que al final era nuestra casa
temporal, por supuesto, jurábamos que sí, que rentaríamos un loft en Insurgentes y que seríamos de esas personas que cuentan los millones desde la ventana de su renta
ahora es difícil creer que las manos de quien te llevó por primera vez a conocer el corazón de una ciudad al final se hayan ido sin dejar nada más
sólo memorias, cascarones de sueños, el boceto de un esqueleto que se esconde en el armario de una chica de veinte que en ese entonces
te veía
y sentía que entendía de qué iba la vida
en medio del frío de esta ciudad que pronto se olvida, recordé que Booksmart abandonó los cines hace años, y era buena pero nunca recaudó mucho
ya no recuerdo bien tu rostro y pasamos tiempo juntas, lo hicimos, pero, ¿fue para tanto?
creo que te quería porque a través de ti me conocía, pero nadie te dice que el sueño adolescente termina
y te fuiste, igual que la novedad de estos recorridos que ya conozco, un espejo de lo que sabía
algo que sucumbe con el tiempo, igual que las películas, la metrópolis
la tonta alegría de caminar juntas por un nuevo día
y la venida de la edad
porque sin excepción, siempre acaba
en soledad.
Marina Areta, (2000, CDMX) estudiante de la UNAM, guionista, profesora de inglés y traductora independiente es firme creyente de las letras como una forma de cambiar el mundo. Durante los últimos dos años ha colaborado en diferentes eventos culturales como ponente, presentadora y difusora, entre ellos las Jornadas Pluriculturales de Mitologías, la Tertulia Multicultural de la ENTS, además de contar con obra publicada en manera digital como el cuento de terror Cabellos, o la pieza poética Eterno diciembre.
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