Visitas

por Yolanda López

Mi papá dice que mi mamá murió cuando yo era más pequeño y que se tuvo que encargar de mí. Vivíamos con mi abuela. Me dormía con ella porque papá trabajaba mucho y a veces regresaba borracho. Mi abuela se fue y no regresó, papá dijo que estaba en otra casa porque era una vieja. Estuvimos solos mucho tiempo, mi papá no me daba abrazos como mi abuela.

Un día de lluvia, mi papá regresó ebrio a la casa, Claudia venía con él.

— Hijo, ella es Claudia. Va a vivir aquí.

— Hola pequeño. Eres muy lindo —dijo mientras me pellizcaba los cachetes— ¿Cómo te llamas?

— Alex, tengo seis años.

Claudia vivió con nosotros tres meses. Preparaba las comidas, hacia el quehacer, atendía a papá por las noches y me ayudaba con las tareas. Me llevaba a la escuela por las mañanas y me plantaba un beso rojo en la mejilla. Era muy buena conmigo y yo la quería.

Después Claudia se fue. Dijo que tenía que visitar a su mamá, pero volvería a la casa durante las vacaciones de junio. Mi papá no estuvo feliz con la partida de Claudia.

Los trastes se empezaron a acumular, volvía a comer sopas instantáneas y garnachas que vendían en la esquina de la casa. Nadie atendía a papá por las noches, eso lo ponía muy agresivo. A veces me pegaba sin razón por eso trataba de estar muy quieto y no molestarlo.

La maestra estaba muy preocupaba porque no llevaba mis tareas y trabajos, no comía en el recreo y no jugaba como antes con los demás niños. Varias veces me dio citatorios para que papá fuera a hablar con ella a la escuela, pero papá siempre los rompía y tenía que faltar el resto de la semana para que ya no le mandaran nada.

Así pasaron los días hasta que salimos de vacaciones. Claudia regresó, estaba feliz y con mucho ánimo, mi papá también se alegró mucho de tenerla de vuelta.

Todo en la casa funcionaba perfectamente. Al ser vacaciones, Claudia le pidió a mi papá que nos llevará a pasear a algún pueblo cerca de la ciudad o a nadar. Él aceptó y me dijo que empacará ropa en una mochila porque iríamos al bosque.

Una semana después mi papá nos llevo cerca del Ajusco. Era muy temprano, me quedé dormido cuando íbamos de camino. Por un momento abrí los ojos, mi papá conducía mientras Claudia iba en el otro asiento, estaban discutiendo, ella sacudía un trapo y le preguntaba a mi papá que de quién era. Volví a cerrar los ojos era la primera vez que los veía discutir.

Un ruido fuerte me despertó, como un cohete. Claudia y mi papá no estaban, las puertas delanteras estaban abiertas. Me quité el cinturón y bajé a investigar, caminé algunos pasos, empecé a gritar llamando a papá. Luego escuché otro estallido a unos pasos de la camioneta, me asusté y regresé. Me quedé acostado en el asiento de la camioneta hasta que se hizo de noche.

Desperté en otro auto, había muchas luces y personas caminado por todas partes. La puerta de auto se abrió.

— Hola, pequeño.

— ¡Claudia! ¿Y mi papá?

— Duerme. Todo estará bien.

Me abrazó y nos quedamos así un largo rato.

No sé cuánto tiempo pasó, sentí un rayo de luz en mi cara, abrí los ojos y el carro estaba en movimiento. Claudia estaba conduciendo, detuvo el carro frente a un edificio muy grande, lleno de ventanas y una reja muy alta.

— Ya llegamos —dijo Claudia.

— Pensé que iríamos al bosque.

— Eso será en otra ocasión. Toma tus cosas y sígueme.

Cargué la mochila y caminé detrás de ella para entrar por la gran reja. En el jardín había muchas flores de todos colores, una cancha de futbol y una de basquetbol. Cuando entramos al edificio, un policía estaba sentado detrás de un mostrador mirando unos monitores. Tenía una taza de café y unas donas como en las caricaturas.

— Buenos días, Doctora Ramírez —le dijo el policía a Claudia

— Buenos días, Augusto. ¿Alguna novedad?

— No, ninguna, —dijo el policía mientras me miraba— ¿A quién tenemos aquí?

— Él es Alex y vino a visitarnos.

— Oh, bueno. Haremos que su estancia sea una maravilla.

— Alex, saluda al oficial.

Moví mi mano para decir “hola”. Tomé de la mano a Claudia y le pregunté:

— ¿Dónde está mi papá?

— No te preocupes, Alex. Ven te mostraré tu habitación.

El policía nos abrió la puerta, entramos y él me tocó la cabeza. Claudia me llevó por un pasillo muy largo y estrecho. Había muchas puertas y estaban decoradas con arcoíris, osos, robots y unicornios. Llegamos a una puerta que tenía muchas flores. 

— Aquí es: habitación 162. Dormirás aquí —dijo Claudia mientras abría la puerta.

— Claudia, ¿Dónde está mi papá?

— Alex, ya lo habíamos discutido, mi nombre es Renata. Soy tu doctora.

— Esta bien, si quieres te puedo llamar Renata pero me gusta más Claudia.

— Ponte cómodo, Alex. —dijo Renata mientras caminaba a la puerta. —Mañana te espera un largo día.

— Espera —le dije— ¿Me das un beso como cuando me dejabas en la escuela?

— Descansa, Alex.

Renata cerró la puerta. En la habitación había una pequeña cama, un escritorio, una silla y una ventana. Dejé mi mochila en la cama, me subí en la silla, para ver por la ventana. Pasé muchos días en ese lugar, jugaba muy poco con los demás niños, tomaba clases como en la escuela. Muchas veces vi a Claudia en la puerta del salón y a mi papá lo veía jugando en la cancha de futbol. Cuando le contaba eso a Renata me decía que era normal que los viera pero pronto se irían, yo le decía que no quería que se fueran porque los extrañaba mucho.

Una noche, escuché como golpeaban mi ventana con pequeñas piedras, me asomé y mi papá estaba parado debajo de la ventana, me saludo. Claudia estaba a su lado, me mando un beso con la mano. Los dos se fueron caminados por el sendero hasta desaparecer. Pude ver el agujero en la cabeza de mi papá y la herida de Claudia en el pecho. Me gusta más cuando vienen a visitarme sin la sangre.




Yolanda López Martínez

(Ciudad de México) A una temprana edad se percató que las historias servían para entretener, conocer nuevas cosas y, sobretodo, para asustar. Consumidora de libros y películas del género de terror, se dedicaría durante sus años escolares a perfeccionar su forma de escribir para crear nuevas maneras de asustar y tener su propio mundo infestado de seres sobrenaturales. Al salir del bachillerato, decidió estudiar la licenciatura de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) para seguir aprendiendo a mejorar su técnica. Al terminar la licenciatura trabajaría durante un tiempo como profesora en un programa social del gobierno fomentando en sus alumnos el gusto por la escritura y la lectura.

Publicado por La Coyol Revista

Revista hecha por y para mujeres escritoras y artistas

2 comentarios sobre “Visitas

  1. Muy buena historia. Te deja mucho en qué pensar y una inquietud después de leerla.
    Gracias por hacer este tipo de proyectos, donde pueden dar a conocer escritoras muy buenas y de excelente preparación.

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