Dejar pasar al intruso, primera parte

Pero algunas otras queremos saber el origen de nuestra bestia-sombra-intruso, ¿cuándo llegó, por qué no se va, ya estaba ahí desde que nacimos o fue nuestro contexto quien lo introdujo? Anzaldúa propone una solución drástica, no solo mirar a la bestia-sombra-intruso, sino despertarla, despertar ese fuego que arde dentro, ese animal salvaje que es inmoral, que es sexual, que es rebelde y que no les va a gustar porque no es amable, no es sumiso y ya no llora, cuenta que “algunas afortunadas hemos visto en el rostro de la bestia-sombra no lujuria sino ternura”.