Derechos y Colores| Nuestra mala suerte nos cuida de nuestra peor suerte

Por Natalia Mendoza Servín

Imagen recuperada de: http://imagenes.4ever.eu/naturaleza/plantas/trebol-de-cuatro-hojas-241949

No te mentía cuando te dije que eras lo peor que me había pasado en la vida. Al menos así lo sentía en ese momento. Dijiste que si Dios no existiera, no nos hubiéramos conocido, como el argumento fehaciente de su presencia en este mundo y sobre todo, como si ese suceso hubiera sido maravilloso para ambos.

Claramente, para mí no se trataba de un debate de la existencia de un ser todopoderoso, sino de lo costoso que había resultado tu paso en mi vida. Por eso, ni siquiera toqué el tema, sino que me limité a contestar que ojalá no te hubiera conocido. No recuerdo mis exactas palabras, pero en esencia, era eso. Y no dijiste nada, como si en el fondo supieras que ese acontecimiento, solo hubiera beneficiado a uno de los dos.

Sobre los infortunios de la vida, la humanidad se ha pronunciado muchas ocasiones. Los más positivos, lo ven como enseñanzas; como situaciones que debimos vivir para poder ser quien ahora somos. Me resisto en ciertos casos a creer eso, porque sin duda, muchas personas no merecían vivir infinidad de abusos que pueden ser cometidos por los seres humanos. Lo que es verdad, es que esas condiciones forman en parte lo que somos, creemos y concebimos de las situaciones de vida.

Más que pensar que se trata de pruebas que necesitamos para desarrollarnos, creo que son episodios de vida que ocurren por múltiples factores. La vida es agridulce y tal vez no podamos hacer nada por los malos momentos más que ser resilientes, porque no hay de otra. Aprendemos que no puede controlarse todo, y que tal vez lo único que sí podemos decidir es la actitud frente a las circunstancias.

He descubierto que una actitud que se puede tomar es la de ser agradecida. Pero no el agradecimiento que puede, para algunas personas, tornarse romántico y que justifica en ocasiones la violencia. Cuando se nos niega una posibilidad que deseábamos fervientemente, también debemos agradecer que a veces, nuestra mala suerte nos cuida de nuestra peor suerte, diría Cormac Mccarthy.

Que no pasen las cosas como lo esperábamos, por supuesto duele: mueren expectativas, sueños y deseos, y por eso, la juzgamos de mala suerte. Pero también pasa que, con seguridad, de haberse consumado nuestro deseo, seríamos más infelices. Sin embargo, como ese escenario no ocurrió, no lo vivimos y no lo sufrimos; creemos que lo peor que nos pudo pasar fue lo primero. Pero con el tiempo se agradece (agradezco) que la mala suerte nos haya cuidado.

Natalia Mendoza Servín es abogada y maestra en transparencia por la Universidad de Guadalajara. Se ha dedicado a temas relacionados con transparencia, acceso a la información y privacidad, pero desde el año 2020 ha decido decirle al mundo que ama la causa de las mujeres, así que también es especialista en Estudios de Género por la Universidad Pedagógica Nacional, y ha combinado lo que le apasiona con el feminismo desde entonces. Le gusta hacer análisis jurídico y feminista de las expresiones artísticas, y lo comparte, porque nunca se sabe cuándo esas reflexiones pueden ser útiles para alguien.

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