Doritos y Coca | Tetasss, tetasss, tetassss.


Por Silvia Santaolalla



Tokischa se describió a sí misma para Vogue Latinoamérica como una dominicana de barrio en París. El pasado junio la rapera, reguetonera y denbowsera dominicana fue invitada a lucir un look de Jean Paul Gaultier en la semana de la moda en París. “Allá en el barrio de donde yo vengo no hay revista Vogue. Entonces estar hoy en Vogue es muy especial pa mí. Se lo dedico a mi mami” cuenta a la cámara mientras le trenzan el cabello. La colección de este año estuvo a cargo de Julien Dossena, quien reinterpretó piezas anteriores de Gaultier imprimiéndole su propio sello. Sin embargo, este no es un texto sobre alta costura, la moda ni las grandes influencias francesas de Gaultier o Dossena. Este es un texto sobre lo que sucedió cuando el desfile terminó y Tokischa subió fotos topless en su hotel parisino. 

Esa noche, Tokischa incendió Twitter con cuatro fotos, dos con el atuendo de la pasarela y dos sin el top, y la descripción “Tetasss tetasss tetassss”. En minutos el post se llenó de comentarios ofensivos acerca de los pechos de Tokischa. “Ta duro ese calor, mira como se le están derritiendo las tetas…” “Pero esa teta parecen de 60 años” “mi autoestima está más arriba que eso”. Y aunque la mayoría de los tweets pertenecían a hombres, por supuesto que existieron críticas de mujeres que afirmaban tener mejores tetas, que cuestionaban porque había subido las fotos, que “no lo decían por criticar” pero le preguntaban porque sus senos estaban tan caídos. Sin embargo, muchas de las fans de Tokischa la llamaron diosa y se unieron para llenar el hilo con fotos de sus propias tetas. Decenas de pechos de diversas formas, tamaños y colores para sepultar las críticas. 

En un primer momento me pareció que las reacciones negativas respondían a una postura machista, hombres enfrentándose a pechos no hegemónicos. Pero fue cuando alguien comparó el atuendo de Tokischa con el que hizo Gaultier para Madonna en los noventa cuando reafirmé que el problema del sistema es que la opresión no es solo una. El sistema no es patriarcal sin ser racista. Para ponerlo en palabras de Yasnayá Gil: “A veces se nos olvida que patriarcado, colonialismo y capitalismo son, como la santísima trinidad, caras del mismo monstruo”. Así que, permítanme utilizar la alta moda para explicar esto. 

En 1992 Gaultier organizó una gala de beneficencia para la Fundación Americana para la Investigación del SIDA en honor a su novio y socio Francis Menuge, quien murió de una enfermedad relacionada con el SIDA dos años antes. Para el cierre de la pasarela, Gaultier salió acompañado de Madonna, quien al quitarse el saco que portaba dejó al descubierto sus pechos. El diseño de Gaultier era una falda de talle alto con un sujetador estilo arnés que dejaba expuestos los senos de Madonna. Este momento fue nombrado como icónico en la moda de los noventa. Como mencioné antes, la pasarela de este año a cargo de Dossena estaba inspirada en los momentos clave de Gaultier, por lo que diseñó para Tokischa una pieza similar a la de Madonna. Sin embargo, el sujetador de la dominicana tenía unos pechos falsos y blancos que remitían a los de la cantante estadounidense. A todos les pareció bien el atuendo, lo suficientemente provocador sin llegar a perturbar la norma. Pero cuando Tokischa mostró sus propios pechos, de repente su cuerpo no estaba a la altura para ser icónica, provocadora o irreverente como la reina del pop. “Si pero Madonna las tenía lindas no como 2 huevos fritos”. 

Cuando Sara Ahmed habla de la repugnancia en su libro La política cultural de las emociones se pregunta “¿Por qué es tan crucial la repugnancia para el poder?” Prosigue afirmando que la relación entre repugnancia y poder es evidente en la jerarquización de los cuerpos. La repugnancia establece límites y pone a ciertos cuerpos sobre otros. Entonces cuando alguien va a Twitter y escribe “Que perro asco maldita sea” sobre el cuerpo de alguien más, hace dos cosas al mismo tiempo. En primera establece una jerarquía entre los cuerpos aceptables y los que no lo son. Mientras que marca un límite entre el cuerpo que le asquea y el propio. En palabras de Ahmed: “quien está asqueado es quien siente repugnancia, la posición en la que se “está arriba” se sostiene con el costo de cierta vulnerabilidad”. Así que hablar del cuerpo ajeno tiene una función social para separarte de aquellos que no cumplen con la hegemonía, aquellos que no “sirven” para el sistema, aquellos que deben excluirse para que exista una hegemonía.

Así que, el problema no son las críticas, entiendo que todas las personas que exponemos de manera pública nuestros sentires, cuerpos y vivencias estamos expuestos a comentarios. Lo importante aquí es lo que encierran las palabras de quienes señalan. La manifestación de la hegemonía a través de comentarios que «no buscan criticar, solo dar su opinión». Opiniones formadas por un sistema patriarcal, racista y colonialista. Un sistema que perpetúa la superioridad de algunos, y que nos utiliza para normar a los demás, convirtiéndonos en policías unos de otros para señalar quien si puede pertenecer y quien no está “a la altura”. A fin de cuentas, ¿no son los mismos comentarios a los que se enfrentó Karol G cuando reclamó el Photoshop de su portada en GQ? ó ¿ Yalitza Aparicio cuando tuvo una portada en Vogue? Porque como escribió Anzaldúa: “Es más fácil repetir los modelos y actitudes raciales que resistirlos, especialmente los que hemos heredado por miedo y prejuicio”. Es más fácil pensar que el asco que siento por el cuerpo ajeno es natural, que aceptar que es algo aprendido.

Silvia Santaolalla, mexicana, escritora y artista audiovisual. Su trabajo aborda temas como: el género, la
sexualidad y el cuerpo. Ha sido publicada en las revistas: Marabunta (2018), Gata que ladra (2019), Punto
de Partida UNAM (2022), Página Salmón (2022), Especulativas (2022).

Publicado por LaCoyolRevista

No sé quien soy. No ando en busca de estilo, sino de retos.

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