Hija, te habla una mamá en la era digítal

Por Yaneli González Velasco

Tú te levantas temprano pero yo tengo sueño y te doy chichi enojada porque quiero dormir más, entonces te arrulla la leche tibia y el canto de los pájaros que proviene del árbol que está a un lado de nuestra ventana, te sientes en un lugar seguro y dormimos de nuevo; abres tus ojitos a las 9 o 10, me pides agua rica, porque decidiste adjetivar al agua con la palabra del goce, lo escuchaste de tu papá.

Me levanto ahora contenta (sé que debo cambiar el mal hábito de desvelarme cuando ya te has dormido, pero es el único tiempo que tengo para mí) y te doy agua rica, beso tus piececitos: cada dedito es importante para nosotras, el dedito chiquito es bebé dedo, el anular es papá dedo, mamá dedo corazón, abela dedo índice, abelo dedo pulgar, cosas que dices y relacionas gracias a esos videos que ves en YouTube. Te ríes cuando te canto y por eso canto mucho, quiero saberte alegre, hija.

Eileen en la cima de la montaña

Entonces me pides zapatos como señal para bajar de la cama,  ya casi dices la palabra completa, solo te falta la letra inicial: apatos, momi, así me dices y surge la ternura con tu existir, te los pongo y si estoy muy de buenas te llevo en mi espalda imitando el sonido y el andar del caballo pero si, al contrario, me pesa el día anterior o el futuro que me pisa los talones apresurándome a hacer algo más que maternar, cuando es así y mi cabeza está llena de todo, solo te ayudo a bajar y te tomo de la mano, te siento en el sillón y ahí nos miramos, ¿quieres un licuado de banana?, banana y no plátano porque también lo viste en la tv y así te gustó más nombrar a la fruta, a mi pregunta contestas que sí, muy alto, porque estás alegre, te siento así, tibiecita y feliz, pero si no quieres el licuado te doy leche con alguna galleta o fruta, chocamos nuestros vasos en señal de salud, te ríes y me dices que quieres tele, esa palabra sí que la sabes decir completa.

Te gusta mucho la tele y el alala, así le dices al celular, como imagino que les gusta a muchos más niños de dos años; te doy una hora para que pongas a baby shark repetidamente, el baile del sapito, el pulpo cocinero y esos otros dibujos sobre estimulados de bebés haciendo cosas: bebé comiendo, bebé cayéndose, bebé nadando, etc., así como videos de niños youtubers que ganan más dinero que tu mamá y papá juntos. Exponerte a pantallas me da culpa por diversas razones, pero principalmente porque hay una presión externa hacia las mamás que les prestamos el celular o los distraemos con tv: mala madre, estás haciendo a tu hijo adicto a grandes dosis de dopamina, el placer de mover tu dedito índice para elegir el video que más te guste y si te aburre tener el poder de cambiarlo infinitamente.

En la tv aprendiste los colores y a contar del uno al diez, así como otras palabras que nosotros no te enseñamos: miedo, por ejemplo, cuando empezaste a ver videos de unos zombis que tocan a la puerta, ¿por qué hacen estos videos, por qué los medios introducen ese vocablo en la mente de un humanito?, también aprendiste el diminutivo mami, antes era solo mamá.

Mamá fue tu primera palabra, después dijiste bapá, queriendo decir papá, en tercer lugar, agua, bueno, dijiste aba y en cuarto lugar Vani, el nombre de nuestra perrita, ahora ha ido evolucionando tu vocabulario y a veces es inteligible todo lo que me cuentas, pero me encanta que me platiques, es lo más dulce que hay y habrá: un bebé explicando su manera de sentir el mundo.

Según un estudio de la Universidad Nacional de la Palta “aunque no existe consenso sobre las repercusiones de la digitalización en la salud y bienestar de niñas y niños, algunos estudios revelan la necesidad del acompañamiento adulto para seleccionar contenidos y establecer límites; los bebés necesitan explorar el entorno para desarrollar habilidades cognitivas, sensoriales y lingüísticas. como nuestra capacidad de adaptación aumenta a medida que maduramos, cualquier alteración temprana en el desarrollo ejecutivo repercute a corto, medio y largo plazo. el uso inadecuado de las TIC incide negativamente en la neuro plasticidad cerebral, que se traducirá en escasa autoestima, bajo nivel cognitivo o dificultades conductuales, según edad y habilidades asociadas. también podrá alterar visión, sueño, peso, desarrollo, funciones ejecutivas y conducta. el compromiso adulto con el uso responsable de herramientas tecnológicas es fundamental para garantizar el óptimo desarrollo de niñas y niños nacidos y criados en la era digital”.

Sí podemos darles pantallas a nuestros hijos si estamos supervisando qué información les llega y limitando el tiempo que pasan en ello. Pero eso no evita el placer que causa y las ganas que te dan de estar en el celular jugando o en la tv viendo videos, sí creo que eres una humanita adicta y yo he contribuido a eso. Cuando vamos a algún restaurante hay una regla impuesta, sigilosa, secreta, que es que un bebé no llore para que deje comer al vecino de la mesa de al lado, además de las ganas que tengo yo de comer sin pausas, tranquila y disfrutando la comida caliente que alguien más hizo por mí, entonces te pongo el celular y tú feliz comes más. También te doy el celular cuando vamos en carretera, porque así lo exiges tú y así se ha ido forjando la rutina de usar el auto sin que haya llanto o descontentos.

Son familiares o conocidos de más de 30 años los que (la mayoría no tiene hijos) me han hecho ver que está mal lo que hago, que bajo ninguna circunstancia debería darte el celular, que qué cómoda solución para distraerte, pero decir CERO PANTALLAS es un discurso bastante alejado de la realidad, es lo políticamente correcto, aunque es cierto que surge la culpa en nosotras las madres, esa sensación de poder hacerlo mejor, pero a la vez trato de entender el reto que es criar a un hijo en una era digital donde el internet y los aparatos electrónicos están igual de presentes a cuando apreció la luz, por ejemplo, algo que hace muchos años era inimaginable para algunas personas y a lo que nos hemos acostumbramos ya, y en cómo es igual para ti y todos los niños nacidos en un mundo donde internet es tangible y abundante.

Eileen, tú naciste en el 2022 y a tu generación se le ha nombrado Alfa, alfa refiere al nombre de la primera letra del abecedario griego y, según una revista digital en internet, sus principales rasgos son los siguientes: “nacieron y crecieron en un mundo digital. Las pantallas son su idioma natural. Constituyen la primera generación nacida completamente en el siglo XXI y, por tanto, representan el inicio de algo nuevo, no un retorno a lo antiguo. Su entretenimiento va de la mano de videos de youtubers, tiktokers, influencers y gamers y de la interacción por redes sociales. Utilizan gran cantidad de anglicismos en su vocabulario. Son criados en familias que ya no responden a los modelos tradicionales”.

Me gusta esta definición hija, y perdóname si te aburro con datos pero quiero entender por qué hay tanta rabia hacia las madres que no hacen las cosas según se espera de ellas, me da gusto no ser una familia tradicional sin embargo pesan los prejuicios de personas cercanas a nosotras que piensan que lo podrían estar haciendo mejor: yo te dedico toda mi vida, mis días, mi tiempo, mi energía, te hago comida con amor, te cuido sin enojo, te escucho y te incluyo en decisiones, te trato como una pequeñita igual, te respeto, te baño mientras te leo libros de hule e imito sonidos de animales para darles más veracidad, te enseño a nombrar las partes de tu cuerpo y te digo muchas veces que tu cuerpo es tuyo y solo tuyo y debes cuidarlo y amarlo, también te digo que te protegeré siempre, paciente cuido de ti cuando enfermas, cuando hace calor pico naranjas y nos las llevamos a la puerta de la casa, para estar bajo el árbol y comerlas, bailamos en la noche para que te canses y te dé sueño, jugamos al lobo mientras nos perseguimos muertos de la risa…pero esto no es suficiente para las personas que me ven darte el celular en un restaurante.

El adultocentrismo es real. Hay más restaurantes pet-friendly que niños-friendly, hay más lugares incluyentes o con comida sin gluten que baños con cambiador de pañal, hay mucha intolerancia a un niño que está frustrado haciendo un berrinche, hay una presión exagerada hacia los padres, especialmente a la mamá, si no se hace lo que “debería hacer una buena madre”: lo suficientemente dura para que no haga el berrinche pero con una crianza respetuosa, ni tan descuidada en su físico pero tampoco que seduzca, inteligente pero no lo suficiente, que no la exponga a pantallas pero que tenga tiempo para sí misma, que no se obsesione por la limpieza pero que tenga un hogar limpio, nos quieren tibias, hija, ni dramáticas ni intensas, ni rudas ni suaves y es un cuento de nunca acabar, porque el punto, el objetivo del patriarcado es que nos sintamos siempre insatisfechas.

¿Qué madre estoy siendo para ti, hija? ¿Recordarás tus primeros años con amor? Yo espero que sí, yo confío en que estamos haciendo un buen equipo los tres.

Eileen jugando en la fuente de un centro comercial

Ojalá fuera tan sencillo. Ojalá no fueran tan cortos los titulares, tan extremistas los mensajes, tan definitivos los consejos y tan predominantes los prejuicios. Ojalá no pensáramos que lo único importante de vivir hoy en día radica en cuánto tiempo o a qué edad usemos tecnología, sino en con qué intención lo hacemos, con qué conciencia de entorno y connotaciones, acompañando a qué otro tipo de experiencias, desde qué tipo de carácter y con qué valores.

Te seguiré contando lo que esa página en internet decía sobre las generaciones porque, claro que decir que un rango de personas nacidas entre tal y tal año es una visión limitante porque en teoría cada quien tiene el potencial de desarrollar su máximo potencial sin importar el contexto y el tiempo, sin embargo, creo profundamente que somos el resultado de nuestro entorno inmediato, que como sabemos, concierne a la sociedad, de ahí que lo personal sea político, de ahí que la cultura sea el origen de nuestra psique.

Según los datos de internet yo estoy a la mitad de los Millenial y la Generación Z (quienes nacimos en 1995), justo en la línea que divide una generación de otra: somos nativos digitales y estamos expuestos al celular más de 4 veces según el tiempo promedio, desbloqueamos el celular cada 6 minutos, es decir, más de 200 veces en el día, es una extensión de nuestra mano y, en palabras de la revista, nuestra felicidad o éxito se mide por likes o seguidores y también “se observa que les preocupa encontrar una vocación acorde a sus gustos, conocerse a sí mismos y aceptar las diferencias, en un mundo cada vez más globalizado”. Leo y no estoy del todo de acuerdo, sin embargo, es cierto que a diferencia de mi esposo millenial, yo insisto más en compartir mi vida en redes como con una urgencia de ser aceptada y apreciada por el mundo virtual, además de que efectivamente el celular es parte de mis días, lo primero y último que mis ojos cansados ven, pero sí concuerdo con que nos estamos esforzando más en romper patrones e imaginar mundos más bonitos. Quizá somos muy idealistas.

Entonces es inevitable que tú no sientas amor también por el celular si lo ves de mí, como una enfermedad he tratado de dejar redes pero rompo mi promesa a los pocos días, porque es una necesidad estar conectado, especialmente yo que escribo y lo comparto a usuarios, o cuando hago corrección de estilo y me promociono en la red, sé que hay un equilibrio y lo estoy buscando, para que veas a una mamá que use menos el celular, pero realmente no siento que este tema de las pantallas esté atrasando tu aprendizaje porque hacemos muchas actividades a lo largo del día y porque no puedo llevarte a vivir a una cueva o a la cima de la montaña para que estés fuera de lo que está sucediendo en el mundo hoy.

A manera de conclusión, creo que la información y la conexión, así como el entretenimiento al que estamos expuestos todas y todos en esta era digital es buena si se tiene un límite de tiempo y criterio para elegir lo que leemos y vemos, porque como sucede en los bebés, es dañino estar todo el día ahí, olvidando que hay un mundo afuera del celular.

Me gusta ser tu mamá y a pesar de las miradas juzgadoras y de esa sensación que me da algunas veces de estar haciéndolo mal creo con firmeza que tú y yo, tu generación, la de tu papá y la mía son el triángulo del cambio: innovar lo obsoleto en una cultura permeada de costumbres y valores religiosos, machistas e ignorantes: hija, no dejes nunca de cuestionar el origen del funcionamiento del mundo, detrás de las tradiciones hay intereses de poder, hay manipulación que está en contra de la reflexión de uno mismo y de nuestro entorno.

Hagamos la revolución Eileen, gocemos el ocio y la distracción sin olvidar todas las otras posibilidades de vivir, explorar y aprender. Te amo niña fueguito, ya quiero que aprendas más palabras y que me enseñes a sentir otras cosas que no habría conocido nunca de ser por ti. Quiero ser una buena guía y poder darte las herramientas que vayas a necesitar en un mundo hostil, especialmente con las mujeres. Te traje a un mundo feroz pero también a uno lleno de magia y cosas por descubrir, qué afortunada de ser tu compañera de vida en este viaje.

Yaneli J. González Velasco nació en Calvillo, Aguascalientes en 1995. Es egresada de Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Correctora de estilo y mamá de Eileen.  Su cuento “La huida”(2022) obtuvo el primer lugar nacional  por la librería sinaloense Sra. Dalloway. Es parte de la antología de poesía hidrocálida Brevario pandémico (2020) por la editorial independiente Agujero de Gusano. Como Camila Sosa Villada ella cree, con firmeza, que sin la escritura no habría posibilidad de vivir.

Deja un comentario